A
los que nos gusta el deporte, los Juegos Olímpicos de Londres 2012, nos están dejando grandes momentos y muchas historias detrás de sus deportistas; hoy os vamos a mostrar las de tres medallistas que tuvieron dificultades en su infancia y cómo las superaron gracias al deporte.
Comenzamos
por el nadador de moda, MICHAEL PHELPS, empezó a nadar
porque era la actividad que más le ayudaba a focalizar su atención. El pequeño
Phelps tenía trastorno de déficit de
atención con hiperactividad (TDAH), un desorden del comportamiento que afecta a entre un 2 y un 5% de los jóvenes.
«Su hijo nunca llegará a concentrarse en algo», le dijo la maestra de Michael a
su madre, Deborah Phelps, cuando era un chaval. Aquel niño que corría, saltaba y no podía leer más de dos párrafos sin perder la
concentración es hoy el atleta con más medallas en la historia de los Juegos
Olímpicos
¿Pero
qué puede nos puede enseñar su TDAH?
Según un artículo de The Guardian sobre él, de pequeño era capaz de aguantar cuatro horas sentado para esperar a competir en la piscina. Lo milagroso era que un deporte como la natación, dado a largas sesiones de entrenamiento y singularmente monótono en comparación con otros deportes, consiguiera sacarlo de su dispersión.
Según un artículo de The Guardian sobre él, de pequeño era capaz de aguantar cuatro horas sentado para esperar a competir en la piscina. Lo milagroso era que un deporte como la natación, dado a largas sesiones de entrenamiento y singularmente monótono en comparación con otros deportes, consiguiera sacarlo de su dispersión.
Pero no tenemos que irnos tan lejos para encontrarnos otro ejemplo a imitar; es el de una nadadora española, MIREIA BELMONTE que ha dejado de ser la eterna promesa de la natación española para entrar en la historia de los Juegos Olímpicos con sus dos platas, en los 200 m. mariposa y en los 800 libres.
Todo empezó cuando a los cuatro años le detectaron una escoliosis y a sus padres le recomendaron que tenía que nadar para corregir la desviación de su columna. Desde ese momento comenzó a forjarse la historia de un pez llamado Mireia.
Tampoco tuvo que ser fácil descubrir que era alérgica al cloro y asmática. No pasaba nada: muchos otros grandes han tenido que combatir en esto del deporte a golpe de inhalador -por poner un par de ejemplos, los grandes ciclistas Perico Delgado y Miguel Induráin-.
Tres
años estuvo sin participar en pruebas internacionales oficiales cuando por fin,
en noviembre de 2003, recuperó la licencia. Tres semanas después, se proclamaba
campeón del Mundo sub23 en Nueva Zelanda.
“Si juzgas a un pez por escalar un árbol, toda su vida
creerá que es estúpido”. Albert Einstein.
Mostrémosle el ejemplo de Phelps, de Belmonte o de Gómez
Noya a nuestros alumnos e hijos. O de Einstein, o de Lincoln, o de
Dalí, o de Mozart, o de Edison, o de Allan Poe. Esos pueden ser sus referentes,
y también los nuestros.
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